Era un fin de semana de Navidad, cuando las calles brillaban con mil luces y el aire presagiaba el invierno. Fue allí, en medio de este dulce encanto, donde nuestras miradas se cruzaron. Como un regalo del cielo, ella entró en mi vida, inesperada y a la vez tan evidente, como si el destino mismo hubiera estado esperando este momento para unirnos. Desde ese día, cada Navidad ha sido un milagro.